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Una medicina privada en serio peligro de extinción

Urge el diálogo ágil y realista. No todos somos iguales, ni todas las compañías, pero lo que sí es verdad es que los médicos quieren trabajar bien, sin presiones (salvo las propias derivadas de cada caso) y en ese entorno hay mucho que mejorar, no sólo el dinero

El Dr. Alfonso Carmona Martínez, presidente del Colegio de Médicos de Sevilla y miembro del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, opina acerca de un serio problema en el sector:

«En mis más de cuatro décadas dedicado a mi vocación, jamás he discriminado entre medicina pública y la mal llamada medicina privada (en España tenemos una medicina concertada, puesto que se practica a través de conciertos con compañías aseguradoras). La razón es que los médicos somos los mismos en ambas parcelas, con la misma formación. Lo que sí he hecho ha sido distinguir entre buena o mala medicina. Hoy los médicos han demostrado más que nunca su esfuerzo, su trabajo, su dedicación y su entrega, incluso dando la vida, literalmente. Y es en estos momentos cuando debemos unirnos con un fin único: dignificar nuestra profesión, para que seamos capaces de seguir dando lo mejor de nosotros mismos y poder practicar la mejor medicina posible para nuestros queridos pacientes. Sin embargo, ¡qué situación más preocupante vivimos en la medicina privada!

La situación es tan crítica que no podemos demorarnos más en exigir unos salarios o baremos dignos que hagan viable nuestro trabajo y vida profesional.

Los baremos que nos pagan las compañías que se dedican a vender salud están negando la mayor. Los médicos de los cuadros de esas compañías no trabajan para ellas, no tiene siquiera un contrato que lo justifique, realmente estamos con meros cebos para que los pacientes piquen y se asocien a dicha compañía. Esos médicos no trabajan para esas compañías, los anuncian en sus cuadros y por ello les ofrecen unos baremos que van, en la primera consulta de un médico general 12 euros y un súper especialista 19 euros (pongo baremos de máximos, imagínense los de mínimos). Si se practica una segunda visita, porque el proceso lo requiera, o el paciente lo solicite antes del mes, esos baremos se reducen prácticamente a la mitad. Y si viene una tercera vez en el mismo mes, tú lo trabajas, le dedicas tu tiempo y esfuerzo, pero no verás ningún pago por ellas.

Hemos tocado fondo, no podemos seguir trabajando así, basándolo todo en el volumen. Es un modelo incompatible con la calidad, pues los pacientes necesitan tiempo y dentro de ese tiempo cariño, conocimientos y formación que sólo se adquiere con estudio y sacrificio.

Llevamos mas de 30 años sin apenas regularizar y sin poner al día los baremos que las compañías de salud abonan a los médicos por el trabajo realizado en sus asegurados. En 1992 un médico general tenía un baremo medio de 18 euros; hoy, en muchos casos ni llegan a esa cifra. Ha transcurrido la friolera de casi treinta años en los que ha subido todo menos el sueldo: la luz, el agua, los impuestos, los sueldos del personal, la limpieza, los productos de primera necesidad, los carburantes los vehículos, la maquinaria médica (que hay que reponer cada x años), etc. Eso sí, las primas de las compañías no han dejado de subir todos los años, también el número de asegurados (en torno a 11.500.000), pero han dejado fuera al médico. ¿Es esto justo? ¿Es un modelo viable? Por supuesto que no.

Urgen cambios. Por ejemplo, si los médicos no están contratados y los honorarios que perciben son por cuenta propia, esos honorarios tenían que ser consensuados con los propios médicos, ya que ellos deben poner precio a su trabajo, y no terceros que no tienen nada que ver.

Estos tiempos de pandemia han acelerado el proceso, y muchas consultas privadas han tenido que cerrar. ¿Cómo han respondido las compañías que han estado cobrando las mismas primas a sus asegurados, y que además las pólizas privadas han aumentado mucho por el mismo temor a la pandemia?  Mirando para otro lado en su inmensa mayoría.

Lo que no ven venir estas compañías es que todo ha cambiado hoy día. La medicina pública se está reforzando y prestando mejores propuestas a los médicos.

Tenemos un déficit de médicos en España y en estas condiciones la medicina concertada no tiene nada mejor que ofrecer a los interesados. Los jóvenes, por ejemplo, quieren trabajar, pero un tiempo regulado, con un horario lo más ajustado posible, con seguridad de continuidad y después tener tiempo para estudio, familia y ocio. ¿Cómo se lo damos?

En los próximos diez años se van a jubilar el 47% de los médicos andaluces, y vamos a perder del orden de 750 médicos al año. Si no les incentivamos con nada de lo que ya tienen en la pública, y vamos a seguir pagándoles igual de mal, el resultado funesto es claro.

Debido la ley Omnibus no se pueden pactar baremos mínimos concretos por especialidad. Por ello, debemos reunirnos para hablar de los baremos de consultas y actos médicos hospitalarios y urgencias (las manos del médico) estableciendo un tiempo de adecuación, pero llegando al nivel de la perdida que hemos sufrido en estos años. Después habrá que actualizar las manos del médico en la cirugía y pruebas diagnósticas que tengan que ser realizadas por el profesional, tras actualizar el nomenclátor a la realidad actual, que viene de los años 90 y lo realizó la OMC, pero que cayó en el olvido por los intereses evidentes de las partes.

Urge el diálogo ágil y realista. No todos somos iguales, ni todas las compañías, pero lo que sí es verdad es que los médicos quieren trabajar bien, sin presiones (salvo las propias derivadas de cada caso) y en ese entorno hay mucho que mejorar, no sólo el dinero.

El tiempo se acaba y este inminente fracaso, no se equivoquen, lo pagaremos toda la sociedad.

1 de junio de 2021


         

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